El año 1988, acepté el desafío de escribir una biografía de mi abuelo Sergio Larraín-Moreno. Él se fue dejando seducir por el ejercicio de narrar su vida. Cuando nos encontrábamos en el comedor, me preguntaba: ¿Vamos a trabajar hoy día?Le asignó un estatus de trabajo a estas conversaciones que, en definitiva, resultaron ser una suerte de soliloqio. A sus 83 años, el tata tenía mucho que decir y se vio cautivado por su propio relato
CEIBO
2025