La Monarquía Hispánica, desde el siglo XV, inició un proceso de homogeneización y control de la resolución de conflictos entre los actores que tenían intereses discordantes y contrapuestos entre sí.
En ese proceso de larga duración la corona española debió disputar, negociar y transgredir los espacios judiciales con diversos grupos, tales como la iglesia católica, comunidades, elites- que buscaban conservar y expandir sus propias esferas de poder. De este modo, los delitos civiles se entremezclaban con los pecados religiosos, donde la crueldad, la clemencia, el castigo y el perdón tenían un mismo rostro.
DIBAM/LOM
2017
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