El libro nace principalmente, motivado por la experiencia cotidiana, personal y social, en los diferentes y múltiples espacios relacionales, la familia, la universidad, el trabajo; fue un momento de quiebre darme cuenta que todos y todas tenemos unas actividades sociales específicas, pero además asignadas arbitrariamente, porque nadie nos preguntó a mujeres u hombres si eso que se nos asignó, (por ejemplo a la mujer el hogar y al hombre la guerra) es lo que queríamos hacer.
Lo impresionante es que es algo tan cotidiano, y en consecuencia asumido de forma tan natural, que no preguntamos por qué las cosas son así. Ese fue el momento de quiebre, cuestionar por qué el espacio de las mujeres es la cocina y el de los hombres una oficina, por qué una niña lava los platos mientras sus hermanos varones ven la televisión ¿Cuando se originó ésta organización desigual? ¿A través de que procesos? ¿Por medio de qué ideologías? Y fundamentalmente, por qué esto persiste aún en la actualidad.
Estas interrogantes me llevaron a una investigación formal y exhaustiva desde la sociología, frente a la necesidad de dar algunas respuestas, pero más que todo como un medio para promover el cuestionamiento. Quien lo lea de seguro ya se ha planteado en algún momento de su vida éstas interrogantes, y surgirán otras a lo largo de la lectura.
El texto tiene la intención de compartir, compartir la experiencia, la reflexión, democratizar la teoría; ponerla al alcance de las mujeres que son las más afectadas por éste sistema de inequidad; pero también el libro está dirigido a los hombres, para acercarlos a la comprensión de la existencia de esos roles arbitrarios que los oprime, al imposibilitar su desenvolvimiento en otros escenarios socio-culturales.
Principalmente el texto quiere hacer visible el hecho de que esos roles tradicionalmente diferenciados, “estas cosas las hacen las mujeres, porque son débiles, delicadas, indefensas” y “estas otras actividades pertenecen a los hombres porque son fuertes, dinámicos”, no son naturales; los roles asignados a los géneros, son artificiales, son construidos en la sociedad a lo largo de la historia por el poder dominante, este poder dominante es el patriarcado.
El patriarcado se niega a perder su sistema de privilegios, (riqueza, poder, conocimiento y prestigio), adquiridos a través de la expropiación y explotación, para mantenerlos ha creado una serie de dispositivos de discriminación y exclusión de la mujer, entre ellos el sexismo, del cual se derivan diferentes prácticas sociales a través de las cuales se va a desfavorecer a las mujeres en lo político, lo económico, lo religioso, lo bélico, lo educativo, lo familiar, entre otros.
Se preguntaran entonces ¿Por qué la investigación hace énfasis en el ámbito familiar estando presente otros ámbitos donde la mujer es infravalorada y excluida? El interés fue colocado en la institución familiar porque es el escenario de socialización primaria, allí es donde aprendemos las primeras cosas, las primeras costumbres, pautas y normas de la sociedad, nuestro primer contacto con el mundo, la familia es la primera responsable de lo que somos, los demás agentes socializadores, iglesia, escuela, medios de comunicación, etc., pasaran a ser reforzadores, los cuales apoyan y legitiman eso que ya la familia nos ha dicho que debemos ser, en este caso como deben ser hombres y mujeres, y que se espera de nosotros y nosotras.
Familia que a su vez es producto de una serie de relaciones políticas, económicas y culturales que la han moldeado, según el momento histórico, el poder dominante y los intereses en juego.