La Historia tiene luces y sombras. No se trata sólo de denunciar lo que a nuestro juicio se hizo mal, sino aprender del pasado para no volver a cometer los mismos errores. Y percibo al libro de Eduardo Barraza como una interpelación a todos los chilenos, especialmente a los historiadores que contribuyeron a instalar el mito, problematizando su discurso, al seguir las huellas de sus mitos y los contra-mitos develados respecto de como fuimos construyendo una identidad que hoy están siendo fuertemente cuestionada.
El mito, como señala Barraza, creó la idea de que “no somos un país de indios”, poblada por heroicos guerreros, jamás vencido, ocultó el contra-mito, silenciando la “violencia pacificadora”. Pero ese contra-mito está presente y emerge con fuerza en la literatura, como ocurre en todo el continente. Los pueblos originarios hoy recogen esas voces, las propias que se pueden encontrar en las crónicas y documentos de archivos, mal traducidas tal vez, y también la de quienes asumieron la identidad nacional, pero que fueron capaces de observar y denunciar lo que ocurría cuando la cruzada contra la barbarie se convirtió en una de las páginas más oscuras de nuestro pasado.
La erudición de Eduardo Barraza nos obliga a leer con mucha atención las páginas de su libro. Escrito desde el ámbito de la literatura, que no todos manejamos, exige esa atención, tratando de recoger numerosos mensajes a los cuales no habíamos prestado atención
U.C.TEMUCO
2021
440