Luego de que las madres despertaran a sus hijos y cargando las pocas cosas que alcanzaron a tomar de sus hogares, las familias fueron forzadas a subir a unos camiones de basura los niños, adultos y ancianos permanecían en el interior oscuro y reducido de los camiones. Desconcertados, sus rostros se contraían en muecas de desesperación y aflicción, mientras que la velada bruma que arrastra la noche mezclaba sus temblorosas siluetas.