Este libro es el resultado de un de un diálogo ininterrumpido con las últimas novelas de Diamela Eltit. En su práctica escritural la autora no nos propone es desarrollo de una historia, sino la paulatina evocación de una misma figura que cambia de intensidad, de tono, de textura. La acomunlación de estos signos siempre incompletos y móviles genera una escena de escritura que tiende a ocupar la palabara, a recomponer el espacio de la significación en el paradójico roce con un abismo imposible de alcanzar. Las protagonistas femeninas, encerradas en los espacios claustrofóbicos de un territorio indiferenciado, cuentan (o sueñan) hazañas trágicas, historias de resistencia cargadas de violencia y abusos. La memoria del pasado como arma, única posibilidadpara restaurar fragmentos de deseo en el quiebre de ciertos monologismos de sujeto; el movimiento y la marcha como definitiva posibilidad de afirmación: definitivas líneas de fuga hacia el sentimiento difuso de derrota que parece dominar el escenario crítico y cultural chileno, apertura a nuevas comunidades discursivas capaces de reactivar un pensamiento disidente y subersivo en el territorio anárquico del texto.
