¡Bienvenidxs a la librería chica más grande de Concepción!
Agotado
Varios

Historia del 1° de Mayo

$11,000
Agotado

Este producto se ha quedado sin stock. Puedes consultarnos al respecto.

Contáctanos ← Continue Comprando

[…] Para comprobar el delito de conspiración, el ministerio fiscal acudió a la prensa anarquista, presentando trozos de artículos y discursos de los procesados, muy anteriores a los sucesos origen del proceso. El objeto de semejante prueba era bien claro: a pesar de no ser nuestras locuciones contra el actual orden de cosas tan duras como las que usa la prensa burguesa de la república modelo cuando pide la matanza de los obreros, se presentaron convenientemente para aterrorizar a los jurados, ya mal dispuestos contra los socialistas y anarquistas como clase. Esta apelación a las pasiones de los jurados se extremó hasta el punto de exhibir armas, bombas de dinamita y ropas ensangrentadas que se decía que pertenecían a los polizontes asesinados. La teoría del representante del estado quedó, a pesar de todo, completamente destruida, porque no se consiguió establecer una relación evidente entre la bomba arrojada en Haymarket y los anarquistas procesados. Los hechos, sólo los hechos quedaron en pie (…)
Los acusados habían empleado duras palabras contra el actual orden de cosas, contra la irritante distribución del trabajo y de la riqueza, contra las leyes y sus mantenedores, contra la tiranía del estado y el privilegio de la propiedad, y era necesario tomar vida por vida y ahogar en sangre la naciente idea anarquista. Los ocho procesados fueron sentenciados. El 20 de agosto se hizo público el veredicto del jurado. August Spies, Michael Schwab, Samuel Fielden, Albert R. Parsons, Adolph Fischer, George Engel y Luis Lingg, fueron condenados a muerte; Oscar W. Neebe a reclusión por 15 años.
Ocho hombres condenados por ser anarquistas, y condenados siete de ellos a muerte en la libre y feliz república federal norteamericana: he ahí el resultado final de una comedia infame, en la que no hubo procedimiento indigno a que no se apelase ni falsedad ni perjurio que no se admitiese. He ahí las ventajas que los trabajadores pueden esperar de las repúblicas. He ahí la demostración evidente de que la lucha de clases se sobrepone a la lucha política.

También te puede interesar