Este libro presenta un análisis profundo, riguroso y original de las fiestas y ceremonias públicas que se llevaron a cabo en Santiago de Chile durante el siglo XVII. La hipótesis central es que, más allá de las formas legales e institucionales, el sistema de poder colonial se desplegó en Hispanoamérica apoyándose sobre un aparato ritual cívico-religioso. Una estrategia de persuasión colectiva, revestida por una función política, legitimó a las autoridades, las élites locales y los soportes ideológicos subyacentes.