Pensar en el legado que dejó de su vida, interrumpida antes de cumplir sus 40 años, es cómo la imagen del tren de la historia pasando por Santiago del Estero durante el comienzo de su juventud, allí lo tomó y nunca se bajó. En el secundario hacía y difundía una publicación estudiantil bilingue, castellano y quechua. Ya en ese momento, había empezado a atesorar las riquezas de la cultura originaria, así como las realidades de quienes eran parte de su tierra (...) Hoy siguen activas las mismas causas que hicieron pensar a esta generación en cambios profundos para la sociedad. Asimismo nuevos paradigmas que promueven e incitan cambios revolucionarios para el país, Latinoamérica y el mundo.