La historia de Benito Salazar no deja de ser impresionante para el lector de nuestros días. Sin estudios y solo con las cuatro letras enseñadas por su madre en un silabario, este peón-gañán se arroja a escribir su vida, llevando una bitácora detallada de los días y sus desafíos, en los cuales sortea varios “peligros de muerte” y transita por diversos oficios. Como el hombre de familia que estaba destinado a ser, Benito nos transparenta, desde la mirada personal y con un lenguaje auténtico y sencillo, las experiencias sociales de principios del siglo pasado, tales como la migración campo-ciudad, la forja de un oficio y la configuración latifundista de la tierra, entre otros temas, construyendo a partir de la experiencia de lo cotidiano y desde la mirada de un hombre como muchos, un valioso registro de nuestra historia nacional.