Contribuyó a desarrollar la conciencia de la importancia del trabajo doméstico en la sociedad capitalista; colaboró en la formación de grupos de Salario para el Trabajo Doméstico en otras zonas del país, sobre todo en el noreste. Dio visibilidad a la campaña Salario para el Trabajo Doméstico en los medios de comunicación y en las calles y cuando, a finales de los años setenta, el gobierno y los medios de comunicación empezaron a atacar a las mujeres receptoras de subsidios sociales, el Comité se levantó para defenderlas, organizó una conferencia en 1976 y una manifestación contra los recortes sociales. De manera retrospectiva, podemos decir que —al igual que la campaña de la que formaba parte— el Comité de Nueva York constituyó una alternativa al feminismo establecido, y sirvió para introducir la «cuestión doméstica» en la agenda política, algo que ningún colectivo había hecho anteriormente. Esta es una de las razones por las que decidí publicar los materiales creados por el colectivo, que aún persisten, junto con las piezas informativas que en su día publicaron los medios para cubrir nuestra actividad. Otra de las razones es que en Europa y en Estados Unidos hay un claro interés renovado por Salario para el Trabajo Doméstico, obviamente estimulado por la precarización o incluso la desaparición de diversas formas de trabajo asalariado y por la creciente crisis reproductiva, que nos está obligando a reconsiderar el hogar y el barrio como campos de batalla y de recomposición política.