La obra de Jesús Ibáñez tuvo dos vertientes bien definidas: una primera, compuesta por tres grandes textos: Más allá de la sociología (1979), Del algoritmo al sujeto (1985) y El regreso del sujeto (1990); y una segunda, conformada por los análisis y ensayos publicados en revistas y periódicos, después recopilados póstumamente en Por una sociología de la vida cotidiana (1994) y A contracorriente (1997). Si los libros académicos articulan una manera policéntrica de pensar la sociedad y los sujetos, fundamentada en el radicalismo crítico, que se alimenta de una gran pluralidad de teorías y prácticas intelectuales (desde el marxismo hasta el psicoanálisis, pasando por la hermenéutica, el estructuralismo o el interaccionismo simbólico), los trabajos analíticos interpretan las cosas y los hechos sociales, explicando las estructuras políticas, económicas e ideológicas que sostienen todo un sistema social específico. El delirio del capitalismo reúne diferentes materiales de esta segunda vertiente, cuya importancia radica en su capacidad de comprensión de los asuntos cotidianos y en la potencia subversiva de sus explicaciones para transformarlos. Los hechos sociales (la naturaleza política del consumo, los usos de la democracia, la significación de la vivienda, la lógica de los medios de comunicación, la razón de la historia, etc.) se muestran construidos por diferentes dispositivos ideológicos y de poder que producen su sentido. Y tal proceso se da en un periodo histórico: el final de la dictadura y el comienzo de la democracia parlamentaria entre los años setenta y ochenta. El resultado de la operación analítica que realiza Ibáñez sobre las cosas es una iluminación sobre las condiciones de constitución de nuestra sociedad capitalista y su descubrimiento como campo de batalla.