El humor gráfico de Chile nace en un continente donde los marinos confundían a los manatíes con sirenas, donde sus habitantes ya habían dibujado condoritos en las paredes precolombinas; con un pueblo originario descrito poéticamente por un conquistador conquistado; y en un pueblo que inicia su proceso de independencia bajo la consigna ¡Viva el rey! País poco serio, irónico y paradójico, cuyo gran relato puede ser contradicho o complementado por esa anécdota plural y cotidiana que nos lega la oralidad y -¿por qué no?- el humor gráfico. En este caso la historia se inicia con el primer periódico que publica caricaturas en 1858 en dos expresiones principales: la sátira política, a través de la caricatura política, y el humor costumbrista, con chistes gráficos y tiras cómicas para diversos públicos. Monos, como se dice en Chile, que han construido una tradición de humor gráfico y han contribuido al imaginario latinoamericano.