Durante 2011 el movimiento ambientalista contra el megaproyecto eléctrico Hidroaysén conquistó amplio apoyo social, logrando convocar a una histórica marcha en Santiago. Aquellas jornadas de sensibilización ecológica hicieron visible un conflicto profundo que iba más allá de la emblemática defensa de la Patagonia y que ponía en cuestión algo más amplio que los temas energéticos y ambientales: es el modelo de desarrollo nacional, la relación del Estado con los ciudadanos, la estructura del poder, los mecanismos de participación y el tipo de democracia. La revolución de los territorios y de las energías se instala en dicho debate a partir de la convicción de que este sistema "ya no se sustenta ni en lo económico, ni en lo ambiental, ni en lo social, ni en lo cultural".