El Complejo Forestal y Maderero Panguipulli, en la zona cordillerana de Valdivia, fue una de las experiencias de poder popular más exitosas del sur de Chile. Entre 1970 y 1973, las tomas de veintiún fundos confluyeron en una sola gran unidad productiva de cuatrocientas mil hectáreas, cuyas tareas de administración, elaboración de planes de producción, control de calidad, comercialización, pagos y decisiones respecto de los excedentes, estuvieron en manos de los propios obreros, cuatro mil en total. Reivindicaban con ello el derecho a la autogestión. También el derecho a una vida digna, tras largas décadas de explotación patronal, y, en ese sentido, si entendemos estos sucesos en su justa dimensión, también reivindicaban el derecho a un lugar en la historia.