La práctica musical no solo educa la fantasía y la creatividad, también refuerza la autoestima y la capacidad de cooperación y lleva a una ampliación del gusto frente a corrientes de estilo hasta entonces desconocidas o incomprendidas. Conduce así a una mayor tolerancia. En estas reflexiones fundamentales se basa la concepción que presentamos en este libro. En él se recoge la experiencia de perfeccionamiento docente llevada a cabo por profesores de música chilenos, en el marco de las pasantías que la DSE (Fundación Alemana para el Desarrollo Internacional), con el aporte del Ministerio de Educación, realiza desde 1998 en Berlín, y cuyo afán ha sido transmitir nuevos métodos para una enseñanza de música orientada a la acción.