Se suele considerar que el movimiento y las organizaciones sociales tienen sus límites, sobre todo en un país institucionalista como el Uruguay, con un Estado fuerte y donde los partidos políticos son los espacios decisivos de la política nacional. Pero poco se dice que los partidos políticos también tienen sus límites: a la hora de realizar cambios en profundidad desde el gobierno requieren de actores sociales. Incluso las respuestas del Estado al conflicto desatado por las demandas de los trabajadores, son respuestas a la movilización, a la presión y la iniciativa social. Cualquier partido que ha llegado al gobierno que quiera afectar las estructuras más importantes de la sociedad, como la estructura agraria, necesitará fuerzas movilizadas y propuestas de los directamente involucrados. En la lucha por la tierra desatada en el norteño Departamento de Artigas, en el Uruguay, se puede apreciar la disputa entre organizaciones independientes y gobierno por la iniciativa, por Ilevar adelante ciertos cambios. Allí los Trabajadores Rurales han tomado la tierra… y la palabra.